Podemos trabajar las emociones en cualquier momento, pero hay ciertas situaciones clave en las que podemos sacar el máximo partido para que los niños tengan la oportunidad de expresarse.
Uno de los mejores momentos para hablar de emociones es el principio del día, cuando los niños llegan al aula podemos preguntarles ¿qué tal estás?, ¿quieres contarme lo que hiciste ayer? No tienen que contarte siempre algo, solo tienen que saber que si lo necesitan, estarás ahí para escucharles. Esto lo podemos trabajar también a la vuelta del recreo, ya que suelen crearse conflictos en el momento de juego libre.
En la asamblea podemos trabajar las emociones fijando un día para hablar sobre cómo nos sentimos. Al crear una rutina, los niños ya saben que ese día pueden hablar de cómo se sienten y por qué se sienten así.
Un momento clave para trabajar las emociones es cuando hay algún conflicto, podemos abordar estas situaciones y lo que sienten de diferentes maneras, por ejemplo, con “La mesa de la paz” de la metodología Montessori, en la que se sientan las personas implicadas en el conflicto y hablan por turnos de lo que ha pasado. Debemos intentar hablar en primera persona, evitando echar la culpa a otros y solucionar el conflicto entre todos. Además, es importante que el maestro no sea juez, sino mediador.
También pueden trabajar en “La mesa de la paz” de forma individual, si algún niño se siente mal, frustrado o necesita calmarse, puede acudir a la mesa.
Pero realmente el mejor momento para trabajar las emociones es cuando los niños lo necesiten: a veces, es mejor dejar la tarea que toca hacer, para trabajar la tarea que necesitan.
Raquel Melero
Equipo de Educación