¿Sabías que los peques pueden desarrollar sus emociones en el aula? Así es, desde que nacen hasta que se hacen adultos empiezan a experimentar con sus propias emociones. Reconocer los diferentes tipos de emociones que existen, empezando por las más básicas (alegría, tristeza, ira, miedo y asco) les permitirá gestionar mejor los retos de la vida, conocerse mejor a sí mismos y también saber reconocer mejor los sentimientos y actitudes de sus compañeros y compañeras.
Para el psicólogo estadounidense Goleman la inteligencia emocional es “la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”, es decir, la habilidad de manejar nuestras emociones para forjar relaciones empáticas. Por lo tanto, desarrollarla mejora positivamente el rendimiento académico y fortalece la confianza en sí mismos.
Estas son algunas de las razones por las que es importante trabajar las emociones en clase:
- Conocer las propias emociones permite gestionarlas. Desarrollar la conciencia emocional permite a los peques identificar sus emociones y aceptarlas. También ayuda a identificar aquellas emociones que pueden ser perjudiciales para ellos, y aprender a gestionarlas mediante actividades como la relajación o el ejercicio físico.
- Fomenta la empatía. Conocer lo que sientes es necesario para poner el foco en las personas que te rodean. Cuánto más abiertos estén los pequeños a captar sus emociones más sencillo les resultará reconocer las de los demás. Ser empático significa comprender las emociones de las personas que están a nuestro alrededor y actuar en consecuencia.
- Desarrolla el optimismo. Afrontar los problemas con una actitud positiva y optimista para que los alumnos y alumnas aprendan a seguir adelante a pesar de las dificultades.
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