¿Por qué evaluamos a los estudiantes? La respuesta más probable es porque nuestro objetivo común como profesores es identificar sus fortalezas y debilidades y establecer un plan de acción para maximizar su desempeño.
Para resumir la larga historia, hazte una pregunta muy simple: ¿Es el aprendizaje un producto o un proceso? Por ejemplo y para que te hagas una idea «Cuando el cocinero prueba la sopa, eso es formativo, pero cuando los invitados prueban la sopa, eso es sumativo».
Robert Stake no se equivoca… A diferencia de la evaluación formativa, la sumativa analiza el rendimiento de los estudiantes. No evalúa ni supervisa ni mejora su aprendizaje, como la evaluación formativa, en la que los estudiantes reciben calificaciones después de los exámenes, las pruebas o los proyectos de fin de trimestre. Esta evaluación evalúa la calidad del trabajo porque mide a los estudiantes contra sus propios objetivos, no contra las competencias básicas.
En cambio, la evaluación sumativa tiene un impacto mínimo en el aprendizaje; no lo mejorará porque ocurre después de la instrucción: es una evaluación del aprendizaje, no para el aprendizaje.
La forma en que los estudiantes responden a una pregunta, ayuda a los maestros a diagnosticar problemas y decidir una estrategia de seguimiento. ¿Qué tiene más sentido? ¿Comparar a los estudiantes con sus compañeros o mejorar su comprensión a través de la autoevaluación, la reflexión y la metacognición?
Iphigeneia Mariou