Independientemente de las necesidades y características de cada niño, todos, a su manera, interaccionan, juegan, se comunican, aprenden… y por eso todos merecen ser considerados parte fundamental de esta nueva sociedad digital. Sería irreal pensar que todo vale para todos, pero no lo es creer que todo se puede hacer pensando en todos. Ofrecer productos diseñados de esta forma, es ofrecer productos accesibles.
Cuando uno oye hablar de una App accesible, la mayoría de las veces nos vienen a la cabeza colectivos de personas con distintas necesidades y limitaciones, porque ese es el matiz que se suele resaltar; pero hablar de accesibilidad no es hablar de limitación o discapacidad, es hablar de inclusión, de oportunidades, de compartir, de igualar, de derechos… algo accesible es algo pensado y diseñado para que pueda ser comprendido y utilizado por el mayor número de personas, sin importar su condición o sus limitaciones, en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible.
Los niños a lo largo de su desarrollo pueden tener dificultades transitorias o permanentes en numerosos aspectos que supongan un problema a la hora de utilizar una App destinada a ellos, si esta no ha contemplado sus dificultades (de audición, de visión, cognitivas, de aprendizaje, de manipulación….). Es por ello que, a la hora de diseñar aplicaciones para todos, es importante tener en cuenta estas necesidades y en la medida de lo posible, aportar diseños que las solucionen. Para que algo sea accesible solo hay que pensar de una manera empática ¿Cómo sería adecuado el uso de este producto por una persona que… por ejemplo, es zurda?
Sería extenso precisar todos aquellos aspectos a tener en cuenta a la hora de diseñar una App infantil para que esta sea realmente accesible, pero muchos de ellos pueden estar incluidos en un apartado indispensable: los ajustes o configuración.
Un buen diseño de este apartado haría de una App un producto único pero configurable en relación a distintos aspectos como la imagen, el sonido, la interacción manual, el uso del lenguaje escrito y hablado, la gestión del tiempo y las recompensas… todos estos aspectos que conforman un juego o un cuento digital son susceptibles de adaptarse a las distintas características de nuestros niños para que así, cada uno en su diferencia pueda disfrutar y compartir el mismo producto.
Tanto los diseñadores ideando el producto, como especialmente los consumidores participando con nuestra elección y opinión, podemos contribuir a que la brecha digital cada vez sea más pequeña. Nuevas aplicaciones van surgiendo cada día a imagen de aquellas que más éxito tienen; que ese éxito sea sinónimo de calidad e inclusión está en nuestras manos.
Belén Segovia,
Profesora Colegio María Isabel Zulueta